Ricky
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Ser PADRE
Hoy es el día del padre, y tal vez ello me llevó a reflexionar sobre el tema, y a escribir en unas pocas líneas, todo lo que significa para mí serlo:
Placer Amor Dar Recibir Enseñar
Ser padre es lo mas importante que me pasó en la vida. Me carga de emociones, placeres y responsabilidades; me hace sentir mucho más útil que antes y me hace volver a creer, como cuando tenía 20 años, que se puede cambiar al mundo. Mis hijos me llenan de energía, me divierten, me sorprenden, me cansan, me someten, me exigen, me desafían, me aman, los amo, me tienen siempre a su lado, desde que los tuve, mi vida gira siempre en torno a ellos.
A pesar de todo, tengo claro cual es mi rol de Padre; por lo menos estoy muy seguro de lo que yo quiero lograr como Padre.
Lejos de aquellos populares falsos objetivos tales como: “quiero que mis hijos sean felices” o “quiero que a mis hijos no les falte nada”, asumo un rol mucho más realista frente a la vida, a sabiendas de que la felicidad es solo una circunstancia, y que no hay, ni habrá persona en el mundo a quien no le falte nada. En cambio, me comprometo a dejar crecer a mi lado a seres humanos independientes, sólidos y capaces de sobrevivir a las desidias naturales y sociales; mi propósito es preparar a mis hijos para que sean capaces de enfrentar la adversidad con entereza, de compartir la vida con distintos, de poder disfrutar los buenos momentos, de ser fieles a sus ideales, de privilegiar el bien común por sobre el beneficio personal.
"Retrato de Feli". Ricky 2006
Mi objetivo, como Padre, abarca fundamentalmente el ámbito intelectual de su crianza; si bien cuando hay que bañarlos, los baño; o cuando hay que darles de comer, les doy; o cuando hay que vestirlos, los visto (aunque no sepa combinar los colores de las distintas prendas), lo que me desvela es imaginar como hacer para brindarles todo el conocimiento, aún el que no tengo; como explicarles todas las opciones, aún las que no comparto; o como señalarles todos los caminos, aún los que nunca transitaría. En el fondo, lo que quiero de mis hijos, es que sean lo que ellos quieran, pero que hayan tomado la decisión de serlo, luego de haber evaluado todas las alternativas posibles. Que mis hijos elijan lo que quieran ser: albañil, médico, político o marino, homosexual o heterosexual, ateo o católico, adicto a lo que quieran, pero que lo que quieran ser, lo sean con el convencimiento necesario.
Quiero que sepan todo lo que les sea posible saber (y no me refiero a matemáticas, lengua o historia, materias importantes fundamentalmente para su futuro desarrollo laboral); me refiero a todas las materias que no se dan en la escuela, materias relacionadas con la pobreza y la riqueza, la convivencia, la nobleza y las miserias, las religiones, la política y los políticos, el sexo, las adicciones. Quiero criar hijos fuertes e inteligentes, preparados para enfrentar un futuro sumamente difícil, tal es el que les espera. El camino por mí elegido para lograrlo, es dejándolos hacer todo desde muy pequeños, enseñándoles lo que quieran aprender, protegiéndolos de los peligros aunque dejándolos correr el “riesgo” necesario como para garantizar que vivan sus propias experiencias, sugiriéndoles alternativas, pero dejándolos elegir el camino. Desde pequeños tienen derecho a manejar el televisor, sacar y poner videos de la video-casetera, filmar, cambiar los CDs de música del equipo, utilizar la computadora o el teléfono, jugar al football o cualquier otro deporte, tocar la guitarra, el piano o algún instrumento, bañarse solos (aunque queden sucios), lavarse los dientes o cambiarse solos, en fin, tienen derecho a ser pequeños seres independientes, a quienes puedo enseñarles, ayudarlos o simplemente vigilarlos. Cualquier daño material que pudieran ocasionar por su ingenuidad o torpeza, será insignificante frente a la frustración o relego que sufrirían, provocados por la postergación y el desprecio. Es indispensable que los niños se sientan contenidos y apoyados por los padres; la prohibición permanente los inhibe, los condiciona y les genera gran inseguridad, tal vez para el resto de sus vidas.
Respecto a los límites, es muy importante determinar cuales deben ser, tanto los de los hijos como los del Padre. El límite más importante que un Padre debe imponer es el de la seguridad de sus hijos. Nada que ponga en riesgo su vida o salud está permitido!, y en este sentido no tengo dudas y soy absolutamente firme y riguroso.
Otro límite es el relacionado con la conducta. Allí el límite está enlazado a la circunstancia, y depende de ella para establecer el alcance del mismo. En este sentido es muy importante establecer el límite en concordancia con la conducta del Padre: un Padre que putéa no puede exigir a sus hijos que no lo hagan; si esta conducta hipócrita del Padre se repitiera frente a éste u otros límites, su autoridad se irá desdibujando con el correr de los años; pues los hijos incorporan como conductas propias, aquellas que percibe y no las que se le trasmiten en forma de consejo: “Cuando nos escandalizamos porque casi el 70% de nuestros niños y jóvenes no comprenden lo que leen, debemos tener presente que quizá no comprendan lo que leen en los libros, pero comprenden muy bien lo que leen en la sociedad”, como expresara el Dr. Guillermo Jaim Etcheverry en su libro “La tragedia educativa”
"Retrato de Santi". Ricky 2006
Es muy importante que el Padre tenga suficiente autoridad frente a sus hijos. La autoridad no tiene nada que ver con el autoritarismo. Un padre con autoridad es respetado y querido por sus hijos, mientras que el Padre autoritario es temido por aquellos. Un padre con autoridad convence a sus hijos, nunca los obliga; impone sus decisiones con la razón y no con la fuerza; es respetado por sus hijos porque él también los respeta; incide en sus vidas y no pasa desapercibido.
Sí bien abogo por que sean lo que quieran ser, habré fracasado como Padre si mis hijos no fueran personas honestas, generosas, voluntariosas y humildes. Sé que estas cosas no se enseñan, que estas cualidades se transmiten; por eso siento la gran obligación de actuar en consecuencia, evitando dar inútiles consejos y utilizar el tan común doble mensaje, y respetando a rajatabla los principios antes enunciados. Muy probablemente sus conductas sean fiel reflejo de la mía, y por eso deberé estar siempre alerta, muy atento, para que mis decisiones y actitudes estén encuadradas en el marco propuesto.
Nada podré reclamarles si mi conducta no se compadece con mis dichos; un solo error importante en mi conducta, echaría por la borda todo el esfuerzo y sacrificio hecho tal vez durante años; todas las palabras del mundo no podrían justificar ningún error en este sentido y sé que abriría un gran signo de interrogación en mis hijos, y sus dudas podrían generarles una cicatriz para el resto de sus vidas.
No me interesa dejarles la vida resuelta. No es importante que les deje nada material para cuando sean adultos; jamás “empeñaría” sus vidas y la mía para pagarles un gusto, aunque los apoyaría en todo lo que emprendan y los ayudaría material y anímicamente si está a mi alcance y si no fuera posible, lo comprenderán.
Ricardo Somoza
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