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Ricky

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El CRACK del sistema monetario

Automatización, desempleo tecnológico y obsolescencia planificada

"Estamos transitando un camino sin retorno. Sumergidos en nuestros propios avatares cotidianos, no podemos prestar atención al mundo que nos rodea, y sin darnos cuentas, avanzamos tonta y mansamente, por el camino de la autodestrucción de la especie."

Ricardo Somoza

Basado en las charlas de los ingenieros Víctor Listen y Javier Rodríguez, para el Movimiento Zeitgeist CABA:

El fin del monetarismo... o el de la especie humana!

Desde el inicio de la humanidad, y hasta hace aproximadamente 250 años, la principal preocupación de los seres humanos, era la de procurarse alimentos. Con motivo de la Revolución industrial, que se inicia a finales del siglo XVIII en Inglaterra, y se expande rápidamente por Europa y luego por el resto del mundo, se pusieron en marcha grandes transformaciones económicas, políticas y técnicas, que determinaron un gran cambio en el paradigma social, cuya evolución se extiende hasta nuestros días (*1).

Afianzar dichas transformaciones en el mundo, demandó más de un siglo. La revolución agraria primero, la industrial después, la evolución del transporte y de las comunicaciones, la migración del campo a las ciudades, las nuevas formas laborales, y la transformación de conductas y tradiciones, provocaron un cambio cultural como nunca antes se había producido en la historia de la humanidad, en un lapso tan corto de tiempo (*2). Nace entonces, desde hace poco más de 100 años, una sociedad distinta, con una nueva necesidad, que se suma a las tradicionalmente básicas (alimento, vivienda y vestimenta), que es la necesidad de adquirir y poseer bienes.

Para satisfacer esta nueva necesidad social, se puso en marcha un novedoso sistema basado en un “Modelo de crecimiento constante”, sustentado por un nuevo mecanismo social, que denominaremos “Mecanismo de labor”, y que permanece vigente e inalterable hasta nuestros días.

Para modelizar el “Mecanismo de labor”, de una manera muy simple, podemos hacer el siguiente esquema:

Labor

Dinero

Bienes

Donde, a cambio de una “Labor”, se obtiene “Dinero”, con el que se adquieren “Bienes”.

Un enfoque más dinámico del esquema, conocido también como “Empleador-Empleado-Consumidor”, podría representarse así:

Empleador

Empleado

Consumidor

$$$

$$$

$$$

Donde, el “Empleador” (que puede ser cualquier sujeto generador de bienes, tal como una empresa, una fábrica, un estado, etc.), paga dinero a sus “Empleados” a cambio de una labor, y ambos, utilizando el dinero que obtienen, son “consumidores” de los bienes que producen

El modelo de crecimiento constante, requiere que cada vez sean más personas las que consuman, para que los empleadores puedan producir mayor cantidad de bienes, provocando de esta manera aumentar el número de empleados que las produce, para lograr incrementar el consumo, y así sucesivamente, generando una espiral, supuestamente virtuosa e interminable.

El mecanismo de labor descripto, fue extraordinariamente efectivo durante décadas, permitiendo a millones de personas incorporarse al nuevo sistema, mejorando sustancialmente su calidad y estilo de vida. Además, dio lugar a que el progreso y el avance tecnológico fueran vertiginosos, porque incorporó a una incalculable cantidad de personas a las ciencias y a la investigación, a la educación y al desarrollo tecnológico. 

Sin embargo, con el correr de los años, empezó a ocurrir que un aumento de producción ya no significaba un aumento de gente trabajando. El nuevo fenómeno de la automatización, lentamente reemplazó la labor de los empleados, y el hasta entonces virtuoso ciclo de producción y consumo, se detuvo.

Al observar el escenario original en el que emergió el nuevo sistema, podremos ver que se desarrolló en un entorno de máxima escases, en el que la mayoría de los seres humanos no poseían bienes, y prácticamente no existían productos. La producción de los pocos bienes que existían era mínima, y el acceso a la misma, estaba restringido a una minúscula elite dominante. Cuando el sistema entró en funcionamiento, el cambio fue extraordinario. La producción creció velozmente y gran parte de la población mundial tuvo acceso a ella, provocando una virtuosa espiral de desarrollo, crecimiento y bienestar, como nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad.

En el año 1930, el conocido economista británico John Maynard Keynes, escribió: “Estamos siendo afectados por una nueva forma de enfermedad, la cual algunos sectores tal vez nunca hayan escuchado, pero seguramente escucharán en los próximos años, el desempleo tecnológico. Esto significa desempleo debido a que nuestras capacidades y descubrimientos tecnológicos nos permiten sobrepasar el uso del trabajo más rápido de lo que podemos encontrar nuevos trabajos para estas personas desempleadas”. Y vaticinó, erróneamente, que “dentro de 100 años” (es decir, hacia el año 2030), “los hombres trabajarían jornadas de 3 horas diarias”.

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John Maynard Keynes

Esta referencia demuestra, que ya en el año 1930 el desempleo tecnológico era una realidad, y a esto se debió en parte la Gran Depresión de Estados Unidos, que fue una de las mayores crisis económica de la historia, ocurrida a partir del año 1929, y que afectó a muchos países en el mundo. Este crac económico, con consecuencias sociales nefastas, hizo tambalear al sistema, porque para que el mecanismo de labor funcione eficientemente, requiere de crecimiento constante, pero como este se había detenido bruscamente, provocó un estallido social de consecuencias inimaginadas hasta entonces.

Como vimos anteriormente, el modelo de crecimiento constante era eficiente en un entorno de escasez, pero dicho escenario había cambiado. La producción empezaba a abundar y la demanda se redujo drásticamente. La gente no necesitaba volver a comprar los productos que ya había adquirido. La automatización empezaba a reemplazar lentamente la labor de los empleados, provocando un inquietante desempleo tecnológico. Las estanterías de los negocios y los supermercados estaban repletos  de mercadería que no vendían, debido a que la gente no tenía dinero para comprarlas. Estas consecuencias, evidenciaban claramente la necesidad de hacer correcciones al sistema, considerando los nuevos tiempos, signados por una producción abundante y una indeseada y creciente desocupación.

Lamentablemente, las soluciones puestas en marcha en la década de 1930, para solucionar las dificultades descritas, no fueron acertadas. En lugar de corregir las causas que provocaron el problema, se actuó incomprensiblemente sobre sus consecuencias, modificando salvajemente el entorno, y generando nuevos y mayores problemas, con un único objetivo: Mantener inalterable el modelo socio-económico vigente.

Fue entonces, que para combatir el desempleo tecnológico, se crearon un sinnúmero de nuevos trabajos, en su mayoría inútiles, que no aportan nada al desarrollo humano, científico, tecnológico e intelectual (pe. cajero en una estación de peaje). A su vez, y con el mismo objetivo, se intensificó frenéticamente la producción de bienes industriales, hasta un límite irracional, estableciendo metas de crecimiento que impulsen una producción mayor cada año, aunque sea absolutamente injustificada. Y para poder vender toda la producción excedente, se desarrolló una nueva actividad, inservible en su esencia, pero vital para tal fin: el marketing, que se constituyó en el motor del sistema de consumo. Su accionar provoca un consumismo enfermo y compulsivo, que de una manera feroz, hace que la gente compre lo que no necesita, o lo que ya tiene, una y otra vez. Complementariamente, se recurrió a la obsolescencia planificada como estrategia de fabricación, para que de manera deliberada, los productos sean cada vez de peor calidad y menor durabilidad. Finalmente, para poder sostener en equilibrio todo este despilfarro de consumo y producción, se necesitó mucho dinero, tanto sea para producir lo innecesario, generar inútiles y artificiales puestos de trabajo, o promocionar producciones invendibles. Fue entonces, que se flexibilizó el crédito y la deuda, incluyendo al pequeño ahorrista en el circuito especulativo y financiero,  provocando un desequilibrio económico tan grande, que pone al borde de la quiebra a los principales países del mundo.

Por todo lo explicado, podemos concluir aseverando que las consecuencias que provocan las correcciones aplicadas son nefastas, y ponen en riesgo hasta la misma continuidad de la especie humana. La destrucción del medio ambiente, la devastación de los recursos naturales, la crisis socio-económica, el calentamiento global, la contaminación ocasionada por la generación de desechos tóxicos y el envenenamiento del suelo, del agua y del aire, llevarán a la humanidad, en poco tiempo, a un punto de no retorno.

Desarrollaré en los próximos enlaces, las causas y consecuencias que las acciones coyunturales adoptadas provocaron, haciendo referencia a fuentes calificadas y proponiendo racionales soluciones.

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  1. Sinopsis de la revolución industrial: http://html.rincondelvago.com/industria-antes-y-durante-la-revolucion-industrial.html

  2. Me gustaría destinar el siguiente comentario a los escépticos del cambio, para decirles que 100 años en la historia de la humanidad es “nada”. Si quisiéramos representar en una línea de tiempo los últimos 100 años de la historia humana (considerando los 10.000 años que transcurrieron desde sus orígenes), se superpondría con el hoy, y sería imperceptible. Sin embargo, los cambios producidos en la humanidad en el último siglo, fueron inimaginables hace 100 años, se los hubiese considerado utopías imposibles de realizar, y al que las hubiera conjeturado, lo habrían encerrado por loco; no obstante todo ello... ocurrieron.

Ricardo Somoza

( Septiembre 2014 )

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